Ultimamente, pese a ser un engorro, procuro llevar la camara encima para intentar captar esos momentos chocantes e incluso surrealistas con los que uno se pueda ir encontrando. Siempre hay alguna cosa curiosa que pueda llamar la atención, un objeto, una persona... Claro que aquí sino tiras una foto a algo que sea un monumento ya te miran raro.
Volviendo a casa del trabajo con la parienta cuando me encuentro con LA ESCENA. En medio de la acera de Zagorodni Prospect, cerca de la estación de metro de Pushkinskaya, desparramados, dos mendigos ya ancianos, pero mendigos de solemnidad, durmiendo como benditos (o casi diría como muertos). Ropa harapienta. Piel ennegrecida. Pelo cano y ralo. Uno dormía usando al otro de almohada y este último apoyado en la pared, parecia que se había desliazado por ella y caido con los brazos abiertos. No había ningún tipo de recogimiento en sus posturas. Era como si los hubiesen acribillado a balazos y se hubieran desplomado. Acribillados por alcohol barato seguramente. Cerca de la entrepierna de uno de ellos hay una bolsita de plástico con algunas monedas. No costaría mucho quitárselas pero nadie inclinaría su espalda por tan escaso botín.
Una imagen digna de ser vista y compartida con todos vosotros. Llevo la cámara encima y puedo tirarles unas cuantas fotos sin que protesten. Que foto... Pero no pasan dos segundos sin que me venga la idea a la cabeza de que sería un cabrón si lo hiciese. Sería como una burla de su situación. Como arrebatarles otro pedacito más de la poca condición humana que les queda. No son sólo imágenes en mi cerebro y en mi cámara. Son reales. Su miseria es real. Justo entonces Irina dice: "pobrecitos". Yo le respondo: "Qué estampa. Pues llevo la cámara encima, pero... no... ¿verdad?". No, claro que no.
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