Una dentista soviética

Sigue el tiempo revuelto peterburgués. Anteayer una esplendida nevada dejó las calles blancas, ayer salió el sol de invierno que derritió la nieve y un viento helado que congeló el agua derretida formando peligrosas placas de hielo y hoy se ha vuelto a nublar el cielo y cae aguanieve. Un clima extremandamente variable. Cuando uno habla demasiado del tiempo se empieza a parecer a los de aquí.

Ayer fuí al dentista. No a una clínica dental (esos sitios donde se empasta y se sacan dientes en serie) sino a un dentista de los de toda la vida. Mejor dicho una dentista. Irina me había recomendado enormemente visitar a esta mujer y la experiencia ha sido realmente interesante, y decir esto de una consulta en el dentista no deja de tener su gracia.

Fuímos a la Isla Vasilievsky, a la plaza Sajarov, al lado de la Gran Universidad. Allí entramos a un viejo edificio de fachada rosada. Irina me había advertido que no me asustará al ver su consulta. Era como viajar en el tiempo unos 40 años. Aunque después de la visita a la policlínica y llevar casi un año aquí permítanme decirles que ya estoy un poco curado de espanto con el tema de las "instalaciones". Las apariencias engañan. La doctora Tamara Vasilievna lleva más de treinta años dedicándose a esta profesión y tiene una gran reputación dentro y fuera del país. Delante nuestro estaban dos señoras de Moscú y ha tenido clientes de otros países de Europa también. Ella salva lo que cualquier otro da como perdido. ¿Y si es tan buena porqué tiene esa consulta tan cochambrosa?. Por dinero. Comprar una licencia para abrir una clínica, comprar o alquilar el local... todo eso supone una cantidad de dinero que sólo grandes compañias pueden sufragar. Compañias que quieren hacer negocio, no velar por su salud.

Me invita a sentarme en la silla. Es una mujer oronda, risueña y temperamental. Me dice que no tenga miedo, que es una "dentista soviética" con años de experiencia. Me mira los empastes de la boca. He tenido molestias con uno. Son unos empastes que tendrán unos 20 años, de estos que brillan. Uno pensaría que muy cutres comparado con lo que se hace ahora. Todo lo contrario. Me dice que estos empastes que se hacían con plata son muy buenos porque son resistentes, se asientan bien y ayudan a que arraigue el calcio. Me dice que ahora la gente con la tontería de tener los dientes blancos se hace los empastes cerámicos que quedan muy bonitos pero que son una porquería. Ya no se hacen empastes como los de antes. Se mirá mas la estética que el resultado práctico. Me conmina a no quitármelos a no ser que se a por necesidad. Me dice que me pueden durar tranquilamente toda la vida. Una buena noticia. A lo largo de la consulta empieza a criticar el actual modelo de negocio en este campo:

"A los dentistas de ahora les molestan los dientes, en seguida quieren extraer las piezas. Un doctor tiene que CURAR. Claro que es más fácil extraer. Ahora los dentistas quieren ganar dinero. Primero tendrían que aprender trabajando años en el sístema público y cuando sepan, cuando tengan una cualificación , entonces podrán pedir dinero. Ser dentista es un trabajo muy delicado, muy difícil. Es como ser un orfebre, un joyero. No os dejeis engañar por esta gente. En seguida querrán sacarte todos los dientes para hacerte una boca nueva. Por dinero. Ganan muchísimo dinero con todas esas cosas."

¿Y ella no gana dinero?. Comparado con lo que cobrán en otros sitios bastante poco. Si el asunto es muy complicado te podrías ahorrar literalmente miles de euros. Además la doctora disfruta con los retos y los trabajos dificiles. Cuando a Irina y su madre les han querido extraer dientes la doctora se los ha salvado.

Al final tengo una pequeña caries al lado de un empaste y me la hace. Sin anestesia. ¿Sin anestesia?. "Avísame cuando empiece a doler, eso querrá decir que hemos extraido bastante. Normalmente los dentistas usan anestesia para poder excarbar sin problemas. Así lo que hacen es sacar más esmalte del necesario."

ESta experiencia invita a reflexionar sobre una manera de entender el trabajo, la profesión y la vida en una época en que no se busca hacer las cosas bien sino rápido. Beneficios rápidos, que quede bonito... Somos conscientes de que ocurre con todo. La técnica es más avanzada pero no está diseñada para perdurar sino para ser consumida. Podemos aceptar esta idea para los objetos de consumo, pero para la salud... quizás si un día podemos reemplazar nuestros cuerpos, pero pensar en la salud como articulo de consumo con el que se negocia no deja de resultar inquietante. Ustedes ya saben de que hablo. Seguramente tendrán sus propias experiencias.

La doctora es ya mayor y pienso en donde irá todo su saber cuando deje la profesión. "¿No tiene aprendices?". Le pregunto. "La gente no tiene paciencia para aprender. Sólo quieren empezar a ganar dinero. Además siempre que he tenido a alguien me ha molestado bastante. Empieza a decirme que hacer que no hacer...". Todo un carácter. Me cuentan que han venido a aprender de ella dentistas de otros países. Da pena pensar que cuando deje la profesión se vaya a perder todo lo que sabe. La próxima vez que la vea al menos la tendré que convencer para que escriba un libro y deje su saber por escrito.

Acaba la consulta y al despedirnos con una gran sonrisa la doctora me dice: "¡Recuerda!.¡Mantén tus dientes alejados de los médicos!".