El gran bosque blanco

Salimos de la ciudad-fábrica y nos internamos, ya anocheciendo, en los bosques que rodean Cherepovets. Tras una media hora de coche llegamos a la Base de Descanso El Pinar. Por medio de un chanchullo (una vez más) nos sale baratillo. Nos dan una habitación para tres personas, el retrete y las duchas son comunitarios y bastante pobres aunque lo que es el estado general del alojamiento es respetable. Eso sí, en la habitación hace un frio de la leche. Afuera están cayendo 18 bajo cero y la habitación esta congelada. Esa misma noche dormiré con dos mantas, camiseta de manga larga y jersey de cuello alto para dormir, y aun así me despertaré helado de frio. Ya sabeis, esas situaciones en que uno se despierta aunque se esté meando encima no quiere salir de la cama porque el frio le puede más. Ni siquiera ayudará la sauna que nos echamos antes de dormir. Observo que ese día quizás no sólo he batido mi record de temperaturas mínimas (cerca de los 20 bajo cero) sino mi record de margen térmico, al pasar en un breve lapso de tiempo a una temperatura en el interior de la sauna de unos 97 grados. Por suerte la cosa mejorará la día siguiente, nos dejarán un radiador y la habitación adquirirá una temperatura decente para pasar las otras dos noches.

Las comidas están incluidas. El comedor es comunitario y el menú, según mis anfitriones, es el mismo que degustaban en sus escuelas tardosoviéticas. Sopas (borsch, solianka...), ensaladas (olivié, de remolacha, de coliflor...) y un principal (guiso de carne o de hígado, "cotletas", pollo) con guarnición (arroz, pasta o alforfón cocidos). De postre bollos rellenos con bayas o coliflor. Para beber cosas como compota, limonada o morsh. Platos muy sencillos y clásicos de la gastronomía popular rusa. Cantidades moderadas pero suficientes.

El complejo ofrece también una variedad de actividades deportivas de las cuales procuraré mantenerme alejado debido a mi baja forma física. Servidor se dedicará a bien abrigadito darse sus paseos para disfrutar de lo principal que ofrece este lugar, que es la impresionante naturaleza. Los grandes bosques de pinos y abetos cubiertos de nieve. Los rios y lagos congelados. No puedo dejar de pensar en el enorme patrimonio natural del que dispone este país. Pienso que si quizás el país fuese más abierto, si entrar, salir y moverse fuese más facil, puede que el turismo de naturaleza fuese un buena fuente de ingresos para las bastante olvidadas regiones excéntricas del país. Por otro lado me imagino que les da igual. 

Unas fotos para ilustrar el tema:

El gran blanco

Los rios helados.

Pesca en el hielo. Se abren los agujeros y se dején el sedal con los anzuelos atados a unos palitos. Luego el pescador irá repasando los palitos a ver si ha picado algo.

Uno que no pasa frio.