Última semana de clases en mi centro de trabajo. Despedidas de mis grupos de estudiantes. No les había dicho nada hasta ahora porque no me gustan las despedidas. Un "adiós" es demasiado categórico así que mejor decir un "hasta luego".
Si por algo me ha gustado hacer este trabajo es porque los alumnos son en su inmensa mayoría buena gente y les mueve simplemente la afición e interés hacia nuestra cultura. Hay una motivación mas desinteresada, y por lo tanto menos forzada, que los que tienen que aprender inglés o alemán por trabajo o estudios. Claro que los hay que lo hacen por estos factores o porque tienen casa en España o un noviete, pero no son la mayoría.
En mi caso particular además soy un poco brasas cuando me pongo, de los que les gusta contar batallitas y oir su propia voz, así que tener la oportunidad de tener un auditorio que no sólo te tenga que aguantar la chapa sino que además muchas veces le interese lo que dices (o les interesaba o eran muy buenos actores...) ha sido un lujo. Que quieren que les diga, uno también tiene su ego. Futuros profesores de español, no siguan mi ejemplo en este caso.
Ser profesor de español por estos lares es ser como una ONG, por un lado porque a falta de presencia institucional son verdaderos embajadores culturales que llegan a un gran número de ciudadanos rusos difundiendo la cultura y lengua de nuestro país y por otro porque esto, evidentemente, no se hace por dinero. Se cobra lo justo (y siempre que trabajes para centros privados, porque los salarios de universidades y demás centros públicos son míseros) pero poco más. Conviene buscarse algunas clases particulares para aumentar su "incoming".
Pese a esto, pienso que ser profesor de español puede ser una buena opción para el joven de edad o de espíritu que quiera lanzarse a la aventura de conocer este país, su cultura y sus gentes. Al menos, puede estar seguro de que lo que son sus alumnos le recibirán con los brazos abiertos. Estos. Los de control de aduanas ya les digo yo que no.
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