Buenas tardes.
Hoy he trasladado las oficinas del cuarto de estar, en donde me estoy destrozando la espalda por trabajar en el sofá, a la cocina, para al menos estar sentado en una sillita mientras me tomo un té negro muy rico que se llama Easter Cheer, ya ves... debe ser que ya está cerca la Semana Santa.
Ha salido un día bastante bueno y soleado, ahora puede que haga entra 7 y 8 grados en la calle, si bien corre un vientecillo del norte bastante fresquito. He salido a dar una clase y a la vuelta he entrado a comprar al Super (puedo pedir en caja bolsas pero cuando me preguntan por cambios me hago el loco, aún me lio con los kopecs). Luego en casa que me comido el plato de alforfón con zanahoria que me ha dejado mi suegra (me ha puesto la misma dieta que a la mula Francis). Pero ah!... esta noche voy a poner garbanzos en remojo, pese a quién pese.
¿A qué viene todo esto?. A nada, simplemente describía una escena cotidiana sin animo de ir de Proust por la vida. Como bien dice el título hoy quería hablarles un poco del metro de esta ciudad.
Miren, resulta que al salir del Instituto Español me he hecho con un ejemplar de una pequeña guía gratuita llamada "St. Petersburg in your pocket" que se edita mensualmente en inglés y que es medio agenda, medio guía de viajes y que en poco espacio te condensa bastante información siendo además un publicación gratuita que se edita en diferentes ciudades de Europa del Este (os podeis descargar esta guía en formato PDF aquí y para mas información y otras guías podeis visitar http://www.inyourpocket.com/). La cuestión es que entre otros muchos consejos interesantes hay una sección de "Metro Survival Tips" que me parece un poco exagerada (trenes abarrotados, mala educación...) y me ha recordado a un apartado de la guía Lonely Planet de San Petersburgo en la que el autor habla del "protocolo del metro" en los siguientes términos:
"Al entrar en una estación de metro hay que asegurarse de cerrar la puerta tan fuerte como se pueda contra la persona que viene detrás, porque sostener la puerta a alguien es un signo de debilidad. Por eso, hay que entrar siempre con las manos por delante para protegerse los dientes. En las escaleras mecánicas, hay que mantenerse en la parte derecha y pasar revista a los que vienen en sentido contrario, una tradición muy arraigada en San Petersburgo. Una vez en el andén, hay que colocarse justo en el sitio desde donde uno crea que puede abrirse paso a codazos para subir al tren tan pronto como se abran las puertas. Dejar que la gente salga antes de entrar también es un signo de debilidad. Ya en el vagón, hay que luchar por un asiento aunque para eso corra la sangre (aquí esta bien visto que los hombres compitan con las mujeres y niños por un asiento). Sin embargo, los vagabundos reciben trato preferente, y la gente se levanta en masa para cederles su asiento. ... Al llegar al destino hay que empujar e insultar a los que no dejan salir. ¿Qué diablos les pasa?"
Bueno amigos, quiero pensar que es el hiperbólico humor británico del autor, aunque por otros comentarios que hace en la guía con los cuales mi mujer no está muy de acuerdo (por lo que cuenta cree entender que se ha movido más por círculos culturetas y snobs que otra cosa) y por los comentarios de la otra guía antes mencionada, puede que los que hayan redactado esto sean los típicos brits pejigueras.
Vayamos por partes. Que el metro de una ciudad de unos 6 millones de habitantes pueda saturarse yo creo que se entiende, pero si no te toca la hora punta, parte o todo el trayecto lo podrás hacer sentado (sobretodo yo que vivo a principio de línea). Sí que es cierto que a veces para entrar en algunas estaciones en horas punta se forman escenas de metro nipón (llegándose a veces a cerrarse las puertas para no colapsar la estación) pero ante esto sólo queda paciencia y dar su tiempo a las cosas. Si no coges este tren, ya cogerás el siguiente.
Cuando vas a entrar a una estación de metro hay unas puertas muy pesadas que al cerrarse van con mucho retroceso, es por eso que no conviene despistarse porque hay gente que aguanta la puerta pero hay gente que no (porque irá con prisa o porque pasa directamente) y gente maleducada hay en todos los sitios. Claro que para nuestros parametros los rusos pueden parecernos "maleducados" en algunos aspectos, pero muchas veces deberíamos mirar la paja en el ojo propio.
El metro va bastante barato (14 rublos=unos 40 cent.) y puedes comprar moneditas o tarjetas que puedes cargar con varios viajes.
En algunas estaciones es un espectáculo bajar por las escaleras mecánicas. Parece ser que el metro de Peter es el más profundo del mundo, tiene una media de 60 ms. de profundidad llegando hasta los 110 ms (como la ciudad se asienta en la desembocadura del Neva ha habido que excavar mucho para encontrar terreno estable). De hecho están las escaleras mecánicas más largas del mundo con 101 ms. (en Ploschad Lenina). Mientras bajas por algunas de estas escaleras tienes tiempo para leer un libro. Y si no llevas lectura encima... ¿que haces?. Pues mirar a los que viene en dirección contraria claro...y con la cara más circunspecta posible. Además, como en muchos otros sitios uno se pone a la derecha para dejar pasar a los que tienen prisa.
En mi primera visita le dije a mi señora mientras bajabamos algunas de estas largas escaleras que nos pusiesemos a contar las sonrisas que viésemos en los de la dirección contraria. Como ya imaginareis la proporción era minúscula. Pero cuando volví a la alegre España y me fije en los rostros de los autobuses urbanos de mi ciudad no encontré muchas más sonrisas. A veces cuando viajamos perdemos la perspectiva de lo que tenemos en nuestra casa, nos fijamos mucho en los detalles de una cultura que nos es extraña y solemos ser muy críticos. Pero rara vez nos paramos a analizar nuestro día a día o nos ponemos a observar los detalles de lo cotidiano que nos rodea porque lo damos por conocido.
Por hoy vale que ya os veo cansados. Mañana seguimos contando mas cosas sobre el metro.
Pues ten cuidado con el traslado que las cocinas son muy femeninas, es donde se cocinan los hechizos...
ResponderEliminarYo también cambié el ordenador a la cocina.
Bsks