Tras unas días de ausencia volvemos con todos ustedes.
En el último post les dejamos con la batalla de los magos. Como supongo que el resultado de dicha batalla nos importa a la mayoría bien poco les hablaré de mi viaje a Moscú. Fué una incursión de un día por papeleos que teniamos que hacer en el consulado español, así que tampoco dió para mucho.
Tanto el viaje de ida como el de vuelta lo hicimos en un tren nocturno. Siendo un viaje de unas 7-8 horas podemos considerar que este es el medio con mejor relación comodidad-economía. En el viaje de ida cojimos un compartimento compartido de 4 literas (ver la foto inferior para hacerse una idea, pero envejecedlo más). En esta caso los compañeros de viaje eran dos jovenes eslavos practicamente sordomudos (dadas mis condiciones no es que uno pida que le den conversación pero si al menos devolver el saludo). Digamos que aquí la gente saluda bastante menos que en España (el vecino en la escalera ni te mira...) y a veces me pregunto si será algo cultural pero mi mujer me dijo que antes la gente si que se daba el saludo de cortesia, quizás los tiempos posmodernos imprimen su asolador caracter. En cualquier caso sea por degeneración de modales o por timidez ante la presencia del extranjero la cuestión es que no dijeron ni "niet".
En el tren tendreis vuestra almohada, manta y colchón y luego un juego de sábanas limpias por unos rublos. Siendo un país tan extenso la gente tiene ya mucho hábito en este tipo de viajes y se lleva el pijamita y las zapatillas (y una señora hasta se lavó el pelo en el excusado). También se ofrecen refrescos, té o café y otras bebidas.
Sobra decir que en este tipo de viajes, sea en el país que sea, conviene tener ciertas precauciones repecto a las pertenencias.
Servidor durmió todo lo mal que se puede esperar (elaborando en los momentos de insomnio un nuevo y revolucionario sistema de cartomancia que le hará inmensamente rico) y llegamos a Moscú a las 7 de la mañana.
Cuando uno entra en el hall de la estación de Leningradsky puede tener una cierta sensación de deja vu ya que la arquitectura es exáctamente igual que la de la estación de Moscovsky de Peter (¿homogeneidad soviética para el país?). Practicamente lo único que cambia es que en la de Peter hay un busto de Pedro el Grande y en la de Moscú uno de Lenin. Este último detalle invita a la reflexión, pues como iremos viendo, en este país se conservan profusamente los símbolos del anterior régimen (desde los nombres de las calles hasta las estatuas o simbología en los edificios). Como dijo Putin "no tiene cabeza quien quiera resucitar a la Unión Sovietica, no tiene corazón quien no la ame". Una frase que invita a la reflexión.
Volviendo a la estación, cuando se llega de madrugada a Moscú quizás haya que hacer tiempo en la estación. En este caso puede que no esté de más hacerlo en la sala de espera VIP. Por 150 rublos la primera hora y 50 las sucesivas puedes apoltronarte en un sofá (si lo hay libre), ver TV y sobretodo usar unos baños bien limpitos (cosa que imaginareis que se agradece bastante despues de pasar la noche en el tren). Por supuesto el servicio de cafeteria es todo lo malo y caro que se pueda esperar.
Una vez que nos dieron las nueve nos sentimos con fuerzas para lanzarnos a la ciudad de más de 10 millones de habitantes y coger el metro en hora punta...
Información sobre Moscú en la Wikipedia en inglés (más completo) y español
No hay comentarios:
Publicar un comentario